miércoles, 1 de junio de 2011

Se vino Marcel Rasquin y nos adpatamos



Darwiniana.
El segundo jueves en la lona no dejó nada por lo que suspirar. El retraso en el montaje, inconvenientes técnicos con el formato, cosas que pasan– no echaron sombra sobre la acertada, oportuna y aguda selección fílmica de Marcel Rasquin, director invitado de la noche. El man se llegó con Adaptation y se aplicó además con tremenda disertación sobre el carácter bizarro, híbrido y múltiple de esta peli de un tal Kaufman al que bien se conoce por los lados de la quinta de Santa Marta. Bravo pues. Lo bueno es que después de tanta cháchara, la cosa sirvió para iniciar a los nuevos en la increíble y triste historia de Susan Orlean y Laroche con la orquídea fantasma, raro triángulo de amor donde lo haya. Pero lo mejor es que los iniciados pudimos, y eso sí que es memorable, verla con ojos limpios y nuevos, con esa fascinación que algunos pudimos apenas vislumbrar mientras Meryl Streep se miraba apasionadamente los dedos de los pies. Con y sin nostalgia, esta sátira-homenaje a Robert Mc Kee nos deja con ganas. Con ganas de aceptar que el cliché y el afán de originalidad son dos raíces de ese árbol que se llama inconformidad. De saber qué es amar apasionadamente. De convertirnos en ese otro yo que arrastramos. De perseguir el amor sin dejarnos marcar por el objeto del afecto. De transformarnos. De ser. De reírnos. Sí, somos patéticos, ¿y qué?

Continuará, quizá, en una próxima entrega.

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